sábado, 2 de abril de 2011

-jugaron los sentimientos.

Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura les propuso:
-¿Jugamos al escondite?
La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad, sin poder contenerse, preguntó: ¿Al escondite?¿Y cómo se juega?
-Es un juego-explicó la Locura- en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno a un millón mientras vosotros os escondeis y cuando yo haya terminado de contar, el primero al que encuentre es el que ocupará mi lugar.
El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse(¿para qué? si al final siempre la hallaban) y la Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya) y la Cobardía prefirió no arriesgarse.
-Uno...dos...tres...-comenzó a contar la Locura.
La primera en esconderse fue la Pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo, y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para sus amigos: que si un lago cristalino, ideal para la Belleza; que si el bajo de un árbol, perfecto para la Timidez; que si el vuelo de una mariposa, ideal para la Voluptuosidad; que si una ráfaga de viento, magnífica para la Libertad. Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoísmo en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él.
La Mentira se escondió en el fondo de los océanos(en realidad detrás del arco iris) y la Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes. El Olvido se me olvidó donde se escondió pero eso no importa.
Cuando la locura contaba 999.999, el Amor todavía no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
-¡Un millón!-terminó de contar la Locura y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la Fe discutiendo en el cielo sobre teología. Y a la Pasión y al Deseo los sintió vibrar en los volcanes.
En un descuido encontró a la Envidia y pudo deducir donde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo; el solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y, al acercarse al lago, descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sin decidir todavía donde esconderse.
Así fue encontrando a todos: el Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arco iris y hasta al Olvido, que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.
Pero solo el Amor no apareció por ningún lado.
La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas...Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor. La Locura no sabía que hacer para disculparse;lloró, rogó, imploró y hasta prometió convertirse en su lazarillo.
Así pues, desde que se jugó por primera vez al escondite en la tierra, el Amor es ciego y la Locura lo acompaña siempre.

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