martes, 1 de marzo de 2011

...Tu Culpa...

Hoy me he despertado al alba, y el Sol me ha susurrado un secreto.
Ha descendido hasta mi posición, bañando el cielo con su pincel impreciso, brillante y cegador, alcanzando la cima de las montañas, acariciando suavemente el trigo, en un abrasador suspiro, y me ha observado con precisión. Sus cálidos rayos se han colado a través de mi vestido, de mi piel, han duchado mis huesos con una dosis de realidad soñada, y durante ese instante demasiado efímero como para existir, ha reunido toda la belleza del universo y la ha colgado ante mí, yaciendo a mis pies, cual trigo áspero.
Durante un pestañeo, una sonrisa inventada, una caricia huida, o una palabra silenciada, pude verlo.
El reloj retrocedió de una manera tan vertiginosa que la espiral que me inundaba parecía ígnea, peligrosa, y los recuerdos un borrón difuminado, inexistente.
La magia que se esconde bajo las piedras más inofensivas, en la hierba más frágil y los momentos más emotivos, dejó de esconderse y decidió postrarse ante mí, pobre y simple espectadora, que sólo debía abrir los ojos, y soñar.
Pero yo, tonta de mí.. cerré los ojos.
Los cerré con mucha fuerza, hice que mis pestañas se rozaran, que los hoyuelos de mis mejillas se hicieran más pronunciados que nunca, apreté los párpados hasta vislumbrar imágenes de millones de colores y figuras.. para luego verte a ti.
A tu mirada grisácea, tu piel nívea y cálida al mismo tiempo, tu sonrisa, delatora de mis deseos.. tus manos fuertes y seguras, tu corazón que sólo mis rayos x saben traspasar.
Y sonreí. Sonreí, porque verte es lo único que consigue que mi alma lata desaforada y mi corazón deambule perdido, porque sólo tú sabes volverme completamente loca.
Me levanté, mientras la hierba acariciaba mis tobillos, incitante, y me marché de allí, dejé aquellas maravillas que el Sol me había intentado mostrar por un instante, de vuelta a casa.
Me habrías llamado ya?
Era lo único que mi mente pensaba, mientras la calidez rayaba mi piel de motas anaranjadas, y mis mejillas se tornaban rosadas, solo que esto último era sola y exclusivamente tu culpa.


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