Sentada en mi cuarto, observando la noche al caer. Es extraño, pero todo es más fácil a tu lado, mientras una melodía que suena a lo lejos me llena el corazón.
Es el sonido de tu risa, tan fluida y musical, de nuestros gritos, el de nuestros labios el rozarse; es el sonido del oleaje de fondo, que choca feroz contra las piedras de la playa, esa que tantos recuerdos me trae. Es el ruido de la noche, implacable y oscura, y el de mi ventana al chirriar al abrirse, cuando entras a escondidas. Es el sonido de nuestros pies deslizándose por el suelo al compás de nuestra canción favorita; esa que suena de fondo, a través de un vinilo de la máquina de un bar. Es tu voz al teléfono, cuando hablamos horas y horas, tendidos en la cama, sin que ninguna quiera colgar.
La escuchas?
Esa melodía que no puedo quitarme de la cabeza ningún momento del día, esa que sólo se puede escuchar con el corazón, nuestra banda sonora, nuestra canción. Esa que cuenta todas las locuras que hemos cometido por poder seguir un día más juntos, más locos e incondicionalmente enamorados, esa que ilumina los momentos en los que todo se vuelve negro.
Es el sonido de tu risa, tan fluida y musical, de nuestros gritos, el de nuestros labios el rozarse; es el sonido del oleaje de fondo, que choca feroz contra las piedras de la playa, esa que tantos recuerdos me trae. Es el ruido de la noche, implacable y oscura, y el de mi ventana al chirriar al abrirse, cuando entras a escondidas. Es el sonido de nuestros pies deslizándose por el suelo al compás de nuestra canción favorita; esa que suena de fondo, a través de un vinilo de la máquina de un bar. Es tu voz al teléfono, cuando hablamos horas y horas, tendidos en la cama, sin que ninguna quiera colgar.
La escuchas?
Esa melodía que no puedo quitarme de la cabeza ningún momento del día, esa que sólo se puede escuchar con el corazón, nuestra banda sonora, nuestra canción. Esa que cuenta todas las locuras que hemos cometido por poder seguir un día más juntos, más locos e incondicionalmente enamorados, esa que ilumina los momentos en los que todo se vuelve negro.
Abrázame, abrázame ahora que puedes, y no me vuelvas a dejar escapar jamás. Haz que mis horas se conviertan en instantes, que mis noches pasen una tras otra incansables, que se me hagan efímeras de todos los besos que nos retienen ajenos al tiempo. Hazme creer en la magia, en los deseos del corazón y en los cuentos de hadas que te hacen creer una princesa, de esas que jamás lloran y cuyo final siempre será feliz. Hazme creer en el amor verdadero, en el para siempre y en el nunca jamás, como dos tontos con su propia realidad. Hazme querer más de esos labios de fresa que se han convertido en mi única y más loca adicción. Hazme querer más de ti, de tu sonrisa perfecta, de tus ojos eternos y profundos, de tu alma incansable y loca. Hazme creer en la promesa de que intentarás hacerme creer en nosotros,sujetándome con los brazos y manteniéndome en el universo de nuestros sueños, no dejándome escapar nunca.
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