jueves, 1 de septiembre de 2011


 

Cuando éramos pequeños soñábamos con cosas sencillas, pequeñas….con la bici que todos tenían, con una bolsa de chuches…
Pero cuando nos hacemos mayores, nuestros sueños cambian con nosotros, se vuelven difíciles y complejos, igual que nosotros, y la deliciosa bolsa de chuches se convierte en precioso vestido con el que poder sorprenderle, en días difíciles de olvidar con aquellos a quien quieres que siempre te quieran, y enormes proyectos y momentos que solo viste en películas.
Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se topan de frente con la realidad, y te das cuenta que solo eran eso, sueños, y que quizás ese vestido jamás sirva para sorprenderle, que aquellos que quieres que siempre estén ahí ya no lo están, y que esos proyectos y momentos que imaginaste y soñaste, no salen de la tele, y menos para colarse en tu vida.
Y todo, porque la realidad no es como una siempre la había imaginado, la gente no es como aparenta ser, ni las relaciones, y muchos menos los sueños, tus sueños. 
Pero los sueños, solo son eso, sueños, y por muy bonito que sea soñar, siempre estará ahí la realidad para recordarte que ella es la que mueve tu vida, la que te condiciona hacer cosas de las que quizás te arrepientas toda tu vida, pero que te recuerda, que en este mundo quien no arriesga no gana, que hay cosas que siempre sabemos cómo empiezan pero que jamás sabremos como acabaran.
Pero quizás la realidad no sea tan mala, tu eres tu propia realidad, y a pesar de los obstáculos siempre te tiene algo guardado con lo que sacarte una sutil sonrisita, aunque pensar esto, puede que también forme parte de otro estúpido sueño.

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